martes, 18 de octubre de 2011

Un hombre sin límites

La ley es clara: publicidad política pagada por televisión solo es posible para las campañas presidenciales, con ciertos requisitos. Está prohibida para otro tipo de elecciones. El movimiento “Firmes por Medellín” tiene varias cuñas promoviendo la campaña de Luis Pérez en el canal de Teleantioquia. A Luis Pérez le importa un comino la norma y a las directivas del canal oficial de la gobernación lo mismo. Parecen no existir límites éticos para hacer campaña electoral, tampoco los habrá para gobernar. Así como tampoco ha habido límites para hacer promesas de candidato.
Todo depende del querer de la ciudadanía el próximo 30 de octubre.

La frase cínica de JJ Rendón, asesor de cabecera de Luis Pérez, de que la “ética es para filósofos” se convirtió en el manual de campaña del aspirante a repetir alcaldía. Todo vale, el fin justifica los medios y el triunfo a costa de lo que sea, como sea: es el lema.

La aterrizada del asesor venezolano a la campaña de Luis está empañada de presunta ilegalidad. Todavía no se ha hecho claridad sobre la demanda de un abogado de Medellín, ante el Consejo Nacional Electoral, por considerar que es un delito la participación en política de un extranjero sin contrato laboral (ley 1475 articulo 27) y por la distorsión de las cuentas de campaña al no registrar los aportes en especie como la supuesta asesoría gratuita de JJ.

Hace pocos días se venció el plazo legal para la publicación de los ingresos y gastos de campaña. La campaña de Luis, nuevamente, burló la norma.

Otros ejemplos del abismo ético: intentar ganar adeptos mediante la manipulación de encuestas realizadas a nombre de entidades educativas fantasmas; para aparecer de punteros (con Álvaro Vásquez, su fórmula para la gobernación) en las redes sociales, compraron paquetes de seguidores por todo el mundo y en todos los idiomas. Pero el más evidente es la indiferencia de Luis Pérez respecto a las graves denuncias del alcalde Alonso Salazar, radicadas en la Fiscalía, de que hay en marcha una alianza del candidato con sectores ilegales de la ciudad, confirmada a diario en algunos lugares de Medellín donde hombres armados solo admiten la presencia de la campaña de Pérez.

El analista chileno Cristóbal Orrego, se pregunta: “¿Cuál es el límite que la ética puede imponerle a la política? En este terreno nos movemos entre el cinismo y la hipocresía. El cínico afirma que no existe tal límite, que en la fría lucha por el poder las acciones no son ni buenas ni malas: son lo que son, inevitables. Como si lo inevitable no pudiera ser, además, malo. El hipócrita, por el contrario, enarbola de continuo esos límites, a la vez que los traspasa ocultamente; pero así fomenta el escándalo ininterrumpido, cada vez que se descubre a unos y a otros al otro lado del límite.”

La política, como cualquier otra actividad, requiere límites éticos. El gobernante o quien aspira a serlo, debiera ser el primero en dar ejemplo del respeto por la norma. ¿Luego con qué autoridad va a convocar a la población para imponer el acatamiento de la autoridad y de la legalidad?

Una persona que no respeta las normas no puede aspirar a desempeñar con responsabilidad un cargo público, el cual es regido estrictamente por las normas. Nada bueno se puede esperar de una persona que no respeta el Estado de derecho.