jueves, 3 de noviembre de 2011

Cayó el mito de JJ

Cayó el mito de JJ Rendón. Perdió en Bogotá, Medellín, Bucaramanga y el Meta, entre otras ciudades y departamentos donde el asesor venezolano decidió meter sus narices para influenciar las elecciones del domingo. Muchas personas asiduas de las redes sociales creían que la sola mención de su nombre era sinónimo de triunfo. El nombre de JJ marcó la reciente coyuntura política del país. Negativamente.

El clientelismo y la politiquería constituyeron las principales malformaciones del sistema político colombiano a partir del régimen del Frente Nacional, alimento de la crisis corrosiva de los partidos tradicionales que saltaron en añicos con el proceso 8000, el proceso del Caguan y la parapolítica. El clientelismo era básicamente ganar “clientelas” con la nomina oficial. Puestos a cambio de votos. Las gentes se hacían liberales o conservadoras con la expectativa de ubicarse en un cargo público. Candidato que más recomendados tuviera, arrancaba en punta. Esta modalidad se volvió una escuela. Para muchos era un imposible hacer proselitismo sin disponer de puestos y auxilios. La politiquería es el arte de engañar con promesas, dadivas y mentiras. El politiquero no mide la distancia que hay entre lo que se dice y lo que se hace. Engolosinar incautos, es la consigna.

Pero el clientelismo y la politiquería son juegos de niños al lado de las prácticas coincidentes con la llegada a Colombia de JJ Rendón.

En los momentos previos a la jornada del domingo, en algunas ciudades proliferaron las quejas de ciudadanos que recibieron llamadas en las horas de la madrugada sugiriendo votar por un candidato, generando la consabida animadversión hacia el mismo. “Casualmente” los candidatos afectados estaban enfrentados a los asesorados por el estratega extranjero. En Bogotá Gina Parodi llego a decir que la campaña negra en su contra no venía del aspirante Petro, sino de otro. Alan Jara en el Meta se quejó también de lo mismo.

En Medellín, la brutal perturbación incluyó además de las impertinentes llamadas, unas supuestas encuestas telefónicas desde algún call center extranjero (con voces mejicanas o venezolanas) que indagaban por el candidato a la alcaldía preferido y si era Luis Pérez, “todo bien”, y si era Aníbal Gaviria el señalado, el entrevistado recibía una descarga con toda la inmundicia publicada en contra del aspirante liberal durante la competencia electoral. Casa a casa se repartieron panfletos difamatorios contra Aníbal y Fajardo, con montajes indignos. Las redes sociales, infladas por seguidores comprados por paquetes en el exterior, fueron inundadas hasta la saturación de la paciencia. Paramilitares detenidos hicieron fila para salir a hablar mal de Aníbal por los micrófonos o los periódicos. Se echó mano de todo para enlodar el buen nombre del ex gobernador de Antioquia. Como ocurrió en la campaña presidencial: todo vale, el fin justifica los medios. La confesión dada a la revista Semana por JJ Rendón de que “la ética es para los filósofos” fue aceptada en la campaña de Luis Pérez en Medellín y en otras ciudades del país. Nada de escrúpulos.

Ya pasó la pesadilla. Ojala, no volvamos a tener más juego sucio en las contiendas electorales durante mucho rato. A ver si de pronto logramos recuperar la decencia en el ejercicio de la política y la transparencia para gobernar. Como una impronta saludable quedó en la conciencia de buena parte de la población la convicción de que tal como se hacen las campañas, será el gobierno. No más JJ Rendón en Colombia. Eso lo dijimos este domingo en Medellín, Antioquia y Colombia.