Según el editorial de El Colombiano del pasado domingo “Colombia está haciendo bien la tarea”, por primera vez en la última década, nuestro país logró reducir de manera significativa el área sembrada con cultivos ilícitos y la producción de cocaína. La fuente es la DEA: “estima que las hectáreas con coca en nuestro país, al cierre de 2009, ascienden a 116 mil. En 2001 eran 170.000 hectáreas, y la producción de toneladas métricas de cocaína pasó de 700 a 270 en el mismo periodo, es decir una reducción del 61 por ciento”. Si el objetivo del editorial era congraciarse, una vez más, con el anterior gobierno nacional, estas cifras de la DEA son las menos indicadas para lanzar campanas al aire.
Desde mitad de año se conocen las cifras de las Naciones Unidas, quien ha conservado mayor regularidad en la evaluación de las áreas cultivadas ilícitamente con la coca. El 20 de junio la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD) hizo público su informe anual. Allí se destacó que los cultivos de coca en el mundo disminuyeron en 2009 de 167.600 a 158.800 hectáreas debido a la disminución de 81 mil a 68 mil hectáreas en Colombia, la cual estuvo acompañada de ligeros aumentos en Perú, de 56.100 a 59.900 hectáreas, y en Bolivia, de 30.500 a 30.900 hectáreas.
No pongo en duda la reducción de las hectáreas dedicadas al cultivo de la coca en Colombia. Por causas que van desde el éxito en la erradicación manual y en la onerosa fumigación con glifosato, hasta el desplazamiento que se ha observado de recursos humanos, técnicos, financieros y militares ilegales, antes dedicados a los cultivos ilícitos hacia la minería informal e ilegal en zonas tradicionalmente cultivadoras como el bajo cauca de Antioquia. La real dimensión de este fenómeno de transferencia de una actividad a otra, en el campo de la ilegalidad, está por verse.
Alguna de las dos entidades internacionales está faltando a la verdad respecto a los cultivos de 2009. Hay mucha diferencia entre las cifras de la DEA, 116 mil hectáreas, y la oficina especializada de las Naciones Unidas, 68 mil hectáreas. Para que los amigos del gobierno Uribe, no le digan a los amigos de El Colombiano: “con amigos así, para qué enemigos”, es mejor acoger las cifras de las Naciones Unidas, no porque sean las más favorables para el país, sino porque pueden ser las más consistentes en el tiempo. En el mundo, Naciones Unidas considera que las hectáreas cultivadas fueron en total 158.800. Entre Perú y Bolivia 90.800. Si consideramos las cifras de la DEA para Colombia de 116 mil, tendríamos entre los tres países más de 200.000. Tampoco casan los datos.
Igual orfandad estadística tenemos con las cifras de producción de cocaína. Según la DEA en 2009 se produjeron 270 toneladas métricas del alcaloide. Para las Naciones unidas la producción fue de 103 mil, lo que le permitió a los funcionarios del gobierno de turno pregonar que Colombia ya no era el primer productor mundial de cocaína, pues había sido desplazado por Perú que produjo 119.000 toneladas métricas. Posteriormente, los expertos aterrizaron el tema al hacer claridad de que las dos cifras, las de Colombia y Perú, no eran comparables porque medían procesos diferentes. Según El Espectador del 22 de junio: “Sin embargo, aclararon las fuentes en Lima, estas cifras se han obtenido midiendo conceptos distintos: los colombianos miden la hoja secada al horno (que es como trabaja habitualmente el narcotráfico en ese país), mientras que en Perú se midió la hoja secada al sol. Si se midiese en ambos casos el volumen de hoja secada al sol, Colombia, con 149.391 toneladas, estaría por delante de Perú, con 128.000, según el cálculo que este mismo martes realizó el director del Programa de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de UNODC en Perú, Humberto Chirinos”.
¿Lanzamos campanas al aire, o no?