Jorge Mejía Martínez
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El terror se trasladó de la comuna 13 para la comuna 3. Lo ocurrido en el barrio Manrique el pasado día viernes es el colmo de la inseguridad: un muerto y 4 heridos dejó una incursión de hombres armados contra los habitantes del sector de Santa Inés. Entraron a las casas, dañaron muebles y enseres, destruyeron vidrieras, afectaron varios vehículos e intimidaron a los vecinos. El Colombiano dominical mencionó la denuncia de uno de los habitantes del sector que merece total atención por parte de las autoridades: un policía con un disparo dañó un transformador de energía. El sector quedó a oscuras e inmediatamente aparecieron los violentos de civil para llevar el terror hasta las cocinas, los baños y las alcobas de las casas. Si ello es cierto, muy grave.
El sector transportador camina sobre el filo de la navaja. Según la personería, durante el presente año han sido asesinados 7 indefensos conductores. Uno por mes. El último fue en el barrio Robledo luego de que lo obligaron a prestar la buseta a un grupo de muchachos armados para un “trabajito”; le devolvieron el vehículo, pero de inmediato miembros de otra banda la tomaron contra el pobre conductor. Los paros de buses se volvieron rutinarios. Vacuna va y vacuna viene. Si no se paga, los bandidos cobran con la vida del trabajador al volante o con la incineración del vehículo. O ambos.
Las autoridades están llenas de valor y afán de acertar. El Alcalde, su Secretario de Gobierno y el Comandante de la Policía Metropolitana, no salen de una para atender otra. Pasan más tiempo entre las comunidades afectadas que en las oficinas. Es lo menos que pueden hacer. Por eso merecen el apoyo de la ciudadanía, los medios de comunicación y la bancada parlamentaria de Antioquia. No están solos en su reclamo al gobierno nacional y a la Fiscalía General de la Nación. Han sido claros los pronunciamientos del Alcalde sobre la necesidad de más pie de fuerza, más control al porte de armas y más judicialización de los culpables de la violencia por parte de quienes tienen esa obligación. Pero el problema sigue; es como si los desgarrados reclamos locales se los llevara el viento. Oídos sordos desde las alcantarillas y las guaridas.
Lo que sucede en Medellín, Itaguí o Caucasia, no es simplemente la acción criminal de unas cuantas bandas o combos dedicados al pillaje, el narcotráfico o la extorsión. La amenaza es de organizaciones con estructura de mafias, piramidales, con unidad de mando y cobertura territorial más allá de los barrios y las comunas. La información suministrada por las autoridades alrededor de la reciente captura de alias “La cachona” es la mejor prueba. Este hombre era jefe de una de las bandas mejor armadas y sanguinarias de la comuna nororiental –la Galera-, y era también emisario y segundo o tercero detrás de alias “Valenciano”, uno de los grandes jefes en la contienda con ‘Sebastián”. “La cachona” había dado la orden a los de la galera para que se desplazaran a la comuna 13, al otro lado de la ciudad, y apoyaran a los de la banda La Agonía, en confrontación con otras bandas por el control de la zona. O sea que hay estructuras y organizaciones delincuenciales con amplias coberturas, con objetivos, unidad de acción y coordinación operativa. Con otra característica fundamental por parte de las mafias: sus fuentes de financiación, no se reducen a las actividades ilícitas comúnmente conocidas; también incursionan con éxito en actividades económicas de tipo legal. A los ojos de todo el mundo.
PD: el domingo se murió Jorge Bernal Medina, Director de la Corporación Región. Le falló el corazón de tanto repartirlo a los amigos y a las causas sociales de la lucha por la equidad y contra la pobreza. Hombre serio y comprometido, soñador. Precursor de temas que muy poco figuran en las agendas de los gobernantes y académicos como la Canasta Mínima Social, la Renta Básica y el Ingreso Mínimo Ciudadano. Sentidas condolencias a familiares y amigos. Paz donde esté Jorge.